Remiendos en el pantalón
a la altura de las rodillas
y la madre cariñosa
del muchacho juguetón.
Remiendos en la camisa
por los codos parlanchines
y una madre silenciosa
que remienda calcetines.
Remiendos de corazones
heridos por un siniestro
sentimiento naufragado.
Y una madre comprensiva
que consuela con caricias
el llanto del olvidado.
Remiendos que ya no existen
de una madre que ha partido
hacia un sueño eternizado
sus remiendos han volado.